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Sacheri: “callar por incomodidad, crea miradas extremistas”

El escritor presentó “Nosotros dos en la tormenta”, en la 10ª Feria Internacional del Libro de Comodoro Rivadavia. Su nueva novela se centra en la historia de dos amigos integrantes de distintas organizaciones armadas, en 1975. “Tenemos un montón de ficción vinculada con la dictadura, a partir del ‘76, pero tenemos mucho menos del antes y del después”, afirmó.

Eduardo Alfredo Sacheri pasó una vez más por Comodoro Rivadavia y PATAGONIA EN ESCENA tuvo la oportunidad de entablar una breve pero fructífera conversación antes de la presentación de su nuevo libro, “Nosotros dos en la tormenta” (Alfaguara, 2023).

El autor de “La pregunta de sus ojos”, que fue llevada al cine con la ganadora del Oscar “El secreto de sus ojos”, ahora cuenta una historia de amistad y violencia en la época previa a la última dictadura militar en Argentina. Una temática poco abordada, pero tan necesaria para seguir entendiendo nuestro pasado.

– Eduardo, volvés a otra Feria del Libro con una novela que toca un momento muy particular de la historia argentina.

Sí. Tanto el año 1975, como sus protagonistas, son infrecuentes. Digo “infrecuentes” porque tenemos, con mucha lógica, un montón de ficción en libros y en películas vinculada con la dictadura, a partir del ‘76, pero tenemos mucho menos del antes y del después. O sea, tenemos menos de la restauración democrática de Alfonsín, o del gobierno de Isabel Perón. Por eso me interesaba situarme en este período. Y también tenemos poco de esas organizaciones armadas como el ERP o Montoneros, que tuvieron una acción muy fuerte en esos años. Y hubo, sobre todo, muchos chicos jóvenes que tomaron ese camino, que lo vieron viable. Me parecía que valía la pena aterrizar en ese período y en esa perspectiva.

– Es un tema incómodo para algunos sectores de la sociedad. ¿Por eso quizás no se ha abordado tanto?

Sí, coincido con vos en esto de la incomodidad, que no sé si es tanto de la sociedad o, a lo mejor, de algunos sectores muy particularmente movilizados. En realidad, la sociedad en general no tiene ni idea, lo cual es una peor noticia, en un punto. Es preferible eventualmente una incomodidad porque te enteraste, te imbuiste, te metiste en el asunto y por “X” motivo estás incómodo. Parece que no, pero ya pasaron casi 50 años desde ese año, puntualmente. Y más allá de alguna incomodidad, está bueno poder hablar razonable y respetuosamente de los temas, porque si por la incomodidad uno se calla, lo único que logra, es que ese espacio discursivo o de debate, quede ocupado por miradas simplonas, extremistas. Pienso en estas posturas negacionistas que a veces son frecuentes y no está bueno. Es preferible llegar con miradas estudiosas, respetuosas y, en todo caso, que cada uno siga pensando como piensa pero enriquecido con otra perspectiva.

– Hace 30, 40 años, se decía “de eso no se habla”. En la familia te decían “vos no podés escuchar esto”. Hoy hay que explicarles a los chicos.

Creo que una novela no reemplaza un estudio metódico del pasado. En las universidades argentinas se ha laburado muy bien ese estudio metódico del pasado, pero no se perfora hacia el exterior, como suele pasar a veces con el conocimiento más erudito. Me parece que la literatura puede ayudar un poco en ese camino y evitar eso del “no se habla”. Que se hable, que se piense, que se discuta, que se disienta. Mientras se haga con respeto y con dignidad, me parece que está bien.

– Esa juventud decidió tomar una postura y llevarla a un terreno de acción. ¿Cómo ves esta juventud, comparada con aquella?

Yo tiendo a pensar que hay otras reivindicaciones y otros mecanismos de reivindicación. No veo una juventud desmovilizada. La veo movilizada por otros caminos y detrás de otras reivindicaciones, a lo mejor, que tienen que ver con otras cosas, como identidades de género, por decirte una. Es algo muy evidente y lo veo en mis alumnos todo el tiempo. La juventud conserva esta cosa de contestar críticamente la sociedad en la que vive. Me parece que siempre es sano y siempre es oxigenante para la sociedad.

Por Lorenzo Martins

Fotos: Aylén Martins

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