“La bendición”, una esperanza entre los males del mundo
La obra comodorense, surgida desde las entrañas de “Actitud Pandora”, representará a Chubut en la Fiesta Nacional del Teatro que se realizará en Chaco entre septiembre y octubre de este año. Hablamos con el actor Alfaro Valente, quien nos contó de qué se trata esta apuesta totalmente independiente, que apunta a abrir puertas e invita a animarse a producir.
Una sala de espera, una virgen y un altar. Un pueblo patagónico que conserva la memoria viva de la visita de Lady Di como una reliquia sagrada. “¿Alguien sabe cuándo va a morir?”, se interroga el protagonista, entre velas, flores de colores y estampitas milagrosas. Hasta que el cuerpo aguante, esperaremos el milagro, el portento, la advocación de la Virgen susurrando en nuestros oídos, en un idioma antiguo y desconocido, el misterio de la vida: “Hay que engañar al tiempo”.
“La bendición”, con la actuación de Alfaro Valente y Gonzalo Dato y la dirección de Silvia Araujo, fue seleccionada en la Fiesta Provincial del Teatro Chubut 2022 para la Fiesta Nacional del Teatro, que se realizará en Chaco entre septiembre y octubre. Además, se quedó con mejor vestuario (“Actitud Pandora”), mejor actor (Alfaro Valente) y mejor directora (Silvia Araujo).
“Actitud Pandora”, la sala de teatro independiente ubicada en Viamonte, entre San Martín y Sarmiento, frente al “Nido Gaucho”, arrancó a fines de 2017 y subsistió a cualquier embate, incluso a la pandemia. Quizás por ese “querer ser”, ante cualquier adversidad, sigue corporizándose en aquella frase tan conocida como tan contundente: “la esperanza es lo último que se pierde”.
– Alfaro, aludiendo al título de la obra y por lo que vienen logrando, pareciera que están bendecidos.
¡Sí, venimos cargados de una buena racha!
– ¿Cómo lo reciben? Porque si bien uno cree en su propuesta y sabe que puede estar para grandes cosas, ¿sorprendió esta elección?
Para este festival provincial se presentaron 18, 19 espectáculos. Lo bueno es que conocés gente y nosotros pudimos mostrar nuestro espacio “Actitud Pandora”. Yo tenía muchas esperanzas, porque el proyecto es hermoso. Para llegar a este guión, es súper interesante el proceso que hizo Silvia Araujo, que es la directora. Ella es dramaturga y profesora de letras. Esto surge en pandemia, y por una cuestión que le surgió, que requería de una muleta, de una prótesis, mandó diez cuadernos a distintas partes de Argentina, a amigos de ella, preguntándoles cuál era su prótesis. Podía ser cualquier cosa, no solo una prótesis corporal.
– Algo más metafórico.
Claro. La prótesis puede ser tu religión, tu tribu, tu creencia, o una prótesis mamaria. De esos cuadernos que ella recibió, hizo un taller de escritura autobiográfica y, sobre el boceto que tenía armado, fue adosando parte de estos cuadernos. De ahí nace “La bendición”.
– ¿Cómo les llega a ustedes el texto?
A Silvia la conocimos cuando actuó en “Actitud Pandora” haciendo “Ana anda suelta”. Ella actuaba y la dirigía Natalia Arturo. Ya nos conocíamos del mundo del teatro, de cruzarnos, pero en “Pandora” terminamos de conocernos. Para el trabajo final de un seminario que ella estaba haciendo, había escrito un texto y necesitaba a alguien que lo quisiera leer y exponerlo. Leí el texto y me llegó muchísimo, así que lo hicimos. En el texto original se nombraba a un segundo personaje, pero no sabíamos si iba a tener participación. Con los ensayos y las lecturas, el texto se fue desarrollando un montón. Ahí apareció el segundo personaje en escena, la enfermera, Gonzalo Dato, que es mi pareja.
– Se ve que fue todo muy natural, muy orgánico.
¡Sí, súper orgánico! Pero era todo un desafío también, porque con Silvia no teníamos una intimidad de amigos y ahí comenzó esto de de adaptarse uno al otro. Surgió todo de maravillas, nunca hubo inconvenientes. Silvia es un amor, es bastante estricta, pero eso está muy bien. Y hasta me dejó modificar el texto un montón. Son cosas que van surgiendo en los ensayos.
– Hubo mucho trabajo interno, ¿no? Porque fueron conociendo ahí cómo laburaba cada uno.
Sí, nos fuimos conociendo en el proceso y la verdad es que congeniamos muy bien. Ella también quedó muy contenta con nuestro laburo, así que cuando surgió la posibilidad de mandar el proyecto, lo mandamos. Y cuando la empezamos a hacer en Comodoro nos sorprendió mucho la devolución del público. A partir de la segunda función, salía el flyer y en el día se agotaban las 30, 32 localidades que tenemos en “Pandora”.
– ¿Cómo manejan esto de presentarse para más público, y ahora saliendo de Comodoro?
Nos sorprende. En Comodoro no hay muchas salas independientes, así que el punto fijo es “Actitud Pandora”. Después nos convocó Rada Tilly y ahí lo hacíamos para 50 personas. Ese era el máximo de público que manejábamos por la puesta en sí, porque se hace al piso, la gente tiene que estar cerca del actor.
– Es más visceral, más cara a cara.
Sí, hay más contacto con el público. No es abusivo, no te hace participar, pero sí necesita del público, porque es como una sala de espera y yo me siento entre el público. Todo sucede en el piso. Desde el vamos, la puesta es para pocas personas. En Trelew, donde la puesta estaba pensada para 60 personas, en el selectivo hicimos dos funciones porque la capacidad es pequeña, pero la gente siguió pidiendo y Ariel Molina, que fue el organizador, la llamaba a Silvia y le decía “¿puedo agregar más butacas?”, y Silvia le decía “mirá, mientras me respetes el dibujo original, después, para atrás, si tenés gradas, no hay problema”. Y metimos 90 personas.
– Más del doble de lo que venían metiendo.
¡Claro! El triple, porque estamos acostumbrados a hacerlo con 30 en “Pandora”. Y con 90 personas era como “¡bueno, me da un poquitito más de nervios saber eso ahora!”, pero fue al revés. Toda esa energía junta me potenció y me hizo sentir muy cómodo, muy tranquilo. Fue una sensación hermosa que no había vivido nunca en mi vida.
– Sí, lo emotivo, la emoción que te genera eso al terminar la obra, porque diste todo lo que tenías que dar y ahora viene la respuesta.
Sí, y el final de la obra es muy particular. Siempre lloro en ese momento y el público lo siente. Nos dijeron ¡“no veía la hora de que se termine porque necesitaba abrazarlos!”
– Vamos a lo que viene. Tienen una fecha en Trelew, el 11 de junio.
Sí, a raíz de esto, volvemos como la obra seleccionada. No decimos “ganamos” porque es una selección que se hace. Vamos a representar a Chubut en septiembre, octubre. Todavía no está la fecha confirmada. Volvemos con la mención a “Mejor actor”, “Mejor dirección”, “Mejor vestuario” y como obra seleccionada. Ahora tenemos función en Sarmiento el 4 de junio, y el 11 nos vamos a Trelew. Después vamos a estar en “Pandora” los dos sábados que nos quedan, el 18 y el 25. Para julio tenemos Madryn, agosto Esquel, septiembre Lago Puelo y Bariloche, y así seguimos.
– Después se viene el Nacional.
Claro, pero en octubre tenemos otro festival en Esquel, así que estamos en ese armado de agenda y viendo cómo juntamos la plata para solventar todos esos gastos, porque nosotros nos bancamos solitos.
– Es algo totalmente independiente.
Totalmente independiente. No sé qué le pasa a la “Muni” con el teatro, no nos dan ni cinco de pelotas. Con la danza sí se preocupan más, se organizan más festivales, pero con teatro, nada. Por suerte, acá todos laburan de otra cosa y lo que entra de “La bendición” es para solventar gastos.
– O sea que lo que ganan es invertido exclusivamente en el show que tienen que hacer.
Sí, porque en cierto modo es costosa la obra. Se venden estampitas, velas, el programa. Plata que entra, plata que se invierte en la obra. Y el objetivo también es movernos. El año pasado fuimos a Bariloche, nos llamaron de un festival. Vamos con nuestros autos a hacer función para recaudar plata y pagar el alojamiento, el combustible. Hay algunos festivales que te dan una ayuda, pero hay otros que si querés participar sos bienvenido, pero no hay un cachet, ni alojamiento, ni nada.
– ¿Y cuántos viajan? ¿Los dos actores, la directora y quién más?
También viajan Esteban Sierra y Paolo París, que son los técnicos. Por ahí vamos cuatro, pero generalmente viajamos los cinco.
– Se abrieron puertas. Tienen el apoyo del público y un reconocimiento a nivel nacional.
Sí, pero el municipio ni se enteró (risas), porque ni siquiera nos hicieron un llamadito. De Rada Tilly nos llamaron personalmente a los dos actores y a Silvia. Cultura de Sarmiento, lo mismo, pero la gente de Comodoro compartió un flyer y nada más. Pero bueno, tenemos el reconocimiento de la gente. El material que se produjo en Comodoro durante todo este tiempo es exquisito, y es todo hecho a pulmón. Entonces, un poquito de bronca te da que ni siquiera te den las felicitaciones. Pero estamos más que felices, esperando que decidan cuándo será el Nacional para ir a Chaco. Ahí sí tenemos el apoyo del INT, que es el Instituto Nacional de Teatro. Ellos bancan el alojamiento, movilidad, comida, como en el Provincial.
– Eso ya es muchísimo.
¡Sí, es un montón! Así que nos dijeron “chicos, prepárense ahora porque entran a la carpeta nacional”. Y el año que viene va a ser así: festivales en La Rioja, San Luis, Mendoza. Ahí iremos a mostrar nuestro producto, que es muy lindo.
– ¿Desde hace cuánto existe el espacio?
Estamos desde fines de 2017. Nacimos como depósito de vestuario, porque yo hice vestuario en Buenos Aires mucho tiempo. Ahí tenía mi pequeño depósito y lo trajimos. Acá empezamos con fotógrafos y demás. Un día vino Ina Leske, que es una amiga. Ella traía una obra de Buenos Aires. Dice “chicos, necesito un espacio para hacer una obra”. Probamos y funcionó. A Gonzalo, que es actor, se le prendió la lamparita y arrancamos con esto de la sala.
– La cuestión era arrancar.
Sí, y por suerte arrancó con todo. La pandemia, como a todos, nos mató, pero como el lugar es propio y no hay que solventar un alquiler y demás, pudimos zafar. Así que acá estamos, posicionados. ¡Y pidiéndoles a los actores de Comodoro que se pongan a producir! Hay un espacio para mostrar, así que hay que empezar a laburar.
Por Lorenzo Martins