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“Vela al Viento”, un faro para los autores de la región

La editorial local se fundó en 2006 y, con 249 títulos publicados, se ha ganado un reconocimiento que atravesó fronteras. Rubén Gómez, su creador, nos habló de su historia, del papel que les toca a los editores y de cómo las épocas también modifican el mundo de la escritura y la lectura. “La literatura y la historia regional de la Patagonia no tienen nada que envidiarles a ninguna de las regiones”, asegura.

El stand de “Vela al Viento” es un clásico en cada Feria del Libro de Comodoro Rivadavia, y esta 10ª edición no es la excepción. PATAGONIA EN ESCENA dialogó con el poeta Rubén Gómez, fundador de la editorial que surgió ante la necesidad de contar con el apoyo de una casa editora local que no existía en aquel entonces.

“Sin quererlo, se convirtió en una editorial regional. En un momento llegó a ser nacional, pero ya en los últimos años tenemos más presencia regional, sobre todo por el hecho de venir a la feria de Comodoro. También hacemos la feria de San Martín de Los Andes, Viedma, Truncado, Las Heras, Sarmiento, Caleta. Entonces, esta es una forma más que le ofrecemos al autor de poder llegar a lugares que de otra manera no llegaría”, comentó.

LA LITERATURA PATAGÓNICA Y SU EVOLUCIÓN

El escritor pondera la calidad literaria de la región. “La literatura y la historia regional de la Patagonia no tienen nada que envidiarles a ninguna de las regiones”, sentenció.

Asimismo, se refirió a los cambios en las maneras de escribir, que se condicen con el contexto de cada época. “Hay una evolución en, por ejemplo, la forma de describir que tenía Hugo Covaro o Blas Cáceres, quizás más relacionada con el paisaje, con lo campero. Y si uno piensa en Abeijón, en Aracena, si bien no hay una referencia clara a la cuestión de campo, sí hay una total negación de lo urbano”, explicó.

“Los chicos hoy escriben con el asfalto. Y hay edificios, hay policiales. En otros tiempos no se escribían novelas policiales en Patagonia. No había novelistas, de hecho. Y nosotros hemos publicado varios chicos que escriben novelas incluso distópicas, con una Patagonia post apocalíptica, o con un no-tiempo: es hoy pero no es el mismo paisaje”, comparó.

En ese sentido, resaltó: “esto tiene que ver incluso en el largo. Antes se escribían novelas de 300 páginas, como mínimo. Ahora se escriben 130, 140 páginas. Es un estilo de literatura que no había incluso con los relatos. Los cuentos eran de cuatro o cinco páginas y ahora hay micro relatos que a veces no te ocupan tres renglones”.

Rubén Gómez y Alejandra González en el stand de «Vela al Viento», en la 10ma. Feria del Libro de Comodoro Rivadavia. FOTO: AYLÉN MARTINS / PATAGONIA EN ESCENA

DE CARTEROS Y PARTEROS

Por otra parte, Rubén hizo hincapié sobre el rol que le toca. “El editor tiene el privilegio y la obligación de ser un poco crítico, pero tampoco ser muy crítico, porque también hay que cuidar al autor, no destruirlo, sino alimentarlo y ayudarlo en el proceso. El proceso de publicar un libro hay que disfrutarlo”, argumentó.

En ese proceso, lo estético también es fundamental, y allí entra la mirada de su compañera Alejandra González. “Ale es fotógrafa y muchos de los libros que vas a encontrar con foto de tapa, son fotos de ella. En muchos casos, ha sacado fotos en base a lo que yo le decía que representaba el libro”, destacó.

Para Rubén Gómez, “el libro se termina de escribir cuando el lector lee ese libro”. Por lo tanto, “el libro que se lee, el libro que circula, ese es el libro”. Y ahí entra en juego otra vez el editor. “Esa es nuestra tarea, hacer que ese libro circule, que encuentre sus ojos lectores, otros destinatarios”, apuntó.

Virando hacia su costa poética, reflexionó: “somos como carteros en esto de llevar los libros, y somos como parteros en esto de que el libro aparezca y nazca, de presentarlo en sociedad y decir ‘es un varón’. Muchas veces nos sentimos en ese lugar”.

UNA LLAMA QUE NO SE APAGA

El logo de “Vela al Viento” es una metáfora que acobija el sentido de la perseverancia y la persistencia. “Lo que lleva el barco es una candela, en realidad. Es una vela de esas que uno prende cuando se corta la luz. Uno piensa en el contexto en el que se genera una editorial, y piensa en su endeblez. Si aparece una editorial, la gente dice ‘¡ah, qué bueno!’, pero cuando desaparece no hay manifestaciones en las calles”, advirtió Rubén.

“Crear una editorial en Comodoro en 2006 era muy complicado. Entonces me parecía que cualquier mal viento podía apagar esa vela. Así que la cuidamos, la protegimos mucho, porque sabíamos que si nos embarcábamos en algo como esto, era para que la vela se mantenga encendida, que esa pequeña luz que puede dar una vela, prosiga y siga ahí. Y sigue en marcha, encendida, con 249 títulos publicados, el 90 por ciento de autores locales y regionales”, cerró.

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